La Semana Santa implica una serie de preparativos que aunque en rasgos generales no difieren mucho de unas localidades a otras, en Almarza tenemos añadidos los propios que conllevan unas tradiciones singulares.
 
El Ayuntamiento se encarga de la elaboración de la limonada, bebida típica de estas fechas, que se reparte después de la procesión del Viernes Santo y en la mañana del Lunes de Pascua, después de la misa en la Ermita de Santos Nuevos. Su preparación requiere varios días de maceración para que adquiera bien su sabor característico.
Los actos religiosos requieren la preparación previa de los pasos, por lo que ya en el Domingo de Ramos se realiza una procesión desde la Ermita de la Inmaculada a la Iglesia de Santa Lucía, para situar en ésta última los cuatro pasos que saldrán en Viernes Santo.
 
Los mozos del pueblo son los encargados de la recogida de la leña para la preparación de las hogueras del Viernes Santo, que quedan diseminadas por el pueblo. Con los tiempos, se ha modificado la costumbre de salir al monte para recoger el brezo, cuyas gavillas eran el único material que se utilizaba para alimentar las fogatas, y de paso se hacía limpieza del monte. Posteriormente se optó por recoger los restos de la leña que quedaban en el monte tras las correspondientes talas y podas de las suertes de leña. En la actualidad las sobras de madera industrial –palets o similares- de las diferentes industrias de la zona es el material que se usa para avivar estas hogueras, contribuyendo así al reciclado de una manera respetuosa con el medio ambiente.
  
La procesión propiamente dicha discurre por un recorrido jalonado por las hogueras que se van encendiendo a medida que la procesión se acerca. Se desconoce el motivo de estas hogueras. Para dar calor, dicen algunos, para iluminar el camino dicen otros; lo cierto es que es una costumbre del lugar que se pierde en la memoria de los tiempos y que se sigue recordando generación tras generación.
 
Son cuatro los pasos los que se sacan en la procesión, correspondiendo uno a la Flagelación del Señor, otro a la Crucifixión, otro es el del Santo Sepulcro, con el Cristo Yaciente, y, por último, el paso de la Virgen de la Soledad. Durante la procesión en el silencio de la noche, con el crepitar de las hogueras, se realiza el Viacrucis. Sin duda, este es el momento culminante de la Semana Santa almarceña y que debido a su singularidad es también el que más participación reúne.

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